El paso de las personas por un territorio y una época siempre ha dejado sus inconfundibles e indelebles señas de identidad. La suma de todos los vestigios culturales que los distintos pueblos fueron dejando en Ronda, a lo largo de los siglos, ha dado como resultado una ciudad y un entorno singular y trascendente, un lugar con cuerpo y alma.
El cuerpo de Ronda nos brinda un urbanismo armado de una arquitectura diversa de estilos y esencialmente pura que significa, fundamentalmente, belleza. Ese mismo cuerpo al que nos referimos nos regala también un entorno natural único donde el visitante no se siente turista sino un viajero que disfruta del paisaje en clave de aventura.
Sin embargo, si por algo Ronda ocupa un lugar en la prosa y en el verso, en la imaginación y en la memoria de artistas célebres y visitantes anónimos, es porque es una ciudad con alma, un alma que impregna como un perfume duradero al que la conoce, un alma que es síntesis alambicada de todos los rincones, de todas las costumbres y de todas las gentes de Andalucía.
El Alma de Ronda es el alma de nuestra tierra, Andalucía.